Fátima de Mercere

Virtudes y Defectos relevantes: Fe Verdadera
Rasgos de Personalidad: Compasiva +3
Habilidades relevantes: Árabe 5, Francés 5, Cirugía 8, Occitano 5, Teología 8
Artes relevantes: Cr 16, Mu 12, Co 17, Im 13
Objetivo: Ninguno en particular
Familiar: Chorochi, el verderón
Talismán: Una vara con una serpiente enroscada (vara de Asclepio)
Sigil: Pequeña estatuilla del centauro Quirón
Impronta: Los ojos de Fátima se tornan rojos

Moverse por las tierras del tribunal de levante, tan propenso a los conflictos mundanos que enfrentan a musulmanes contra cristianos y a musulmanes y cristianos entre ellos, no es tarea fácil. Si además has de atravesar periódicamente zonas que sufren las plagas que suelen dejar tras de sí los ejércitos, se vuelve terriblemente peligroso.

Fátima sigue una costumbre, bastante extendida entre los Mercere, de realizar tareas propias de un Boina Roja, para así mantener y fortalecer la relación con los miembros sin el Don de su casa. Dicha actividad supuso inicialmente todo un reto para la joven maga, que se encontraba con dificultades crecientes para acceder a territorios cristianos cuando el nivel de conflicto aumentaba. Meditó durante algún tiempo como solventar esos problemas, pero fue Slomo, un cirujano prometedor que encontró en la ciudad de Tiro, quien le dio la solución sin proponérselo. Fátima ya había visto con anterioridad los carros de esos profesionales en varias ciudades, pero tal y como solían hacer los demás, no les prestó atención. Los judios eran tratados como una molestia a veces necesaria tanto por musulmanes como por cristianos. Ofrecían algunos servicios útiles para los dirigentes o las clases pudientes, y por ello eran, normalmente, tolerados. Pero lo importante para Fátima es que en realidad no le importaban a nadie. Ni los emires musulmanes ni los condes cristianos se preocupaban más que de cobrarles derechos de paso, pernoctación o los impuestos que se les ocurriese para poder sacarles cuanto dinero pudiesen. 

El dinero no era problema para la maga, así que buscó la manera de acercarse a Slomo de manera que el cirujano no saliera huyendo. Para su sorpresa fue mucho más fácil de lo que imaginaba. Pese a las dificultades que pudiese sufrir, las inclemencias o injusticias de las que fuera objetivo, Slomo era una persona de carácter optimista y abierto a la que ni tan siquiera el Don de Fátima parecía borrar la confianza que tenía en los demás.

Fátima comenzó a viajar con Slomo y su asistente David, primo de Slomo, con el acuerdo de que ella se haría pasar por una ayudante persa que usaban para el reconocimiento de las féminas que tuviesen como pacientes.

Lo que había empezado como un modo de viajar de un lugar a otro sin demasiados problemas, acabó siendo un modo de vida para Fátima. 

Junto a Slomo aprendió cómo tratar las heridas y las enfermedades de una manera que ni tan siquiera había imaginado. Se debatió entre los beneficios y los peligros de mostrarle lo que unos vendajes creados por ella podían suponer para la recuperación de los pacientes, pero cuando David, convertido con el paso del tiempo en buen amigo de Fátima, cayó enfermo y la vida parecía escaparse por las fiebres que lo consumían, cualquier duda se disipó. La maga puso todos sus conocimientos y recursos en intentar salvar la vida del primo de Slomo, aún con el riesgo de que al exponerse de esa manera fuese repudiada por el cirujano.

Nunca más volvería a poner en duda la mentalidad bondadosa y abierta de Slomo.

Las largas travesías en el carromato, noches de acampada y tiempos muertos a la espera de pacientes, permitieron a ambos compartir sus conocimientos y creencias más íntimos con una apertura de miras cada vez menos frecuentes en aquellas tierras. La aproximación de ambos a cualquier tema religioso fue cauta en sus inicios, pero los conocimientos talmúdicos y coránicos fueron fusionándose en la mente de los dos. El convencimiento de uno y otro sobre la existencia de un ser superior rebasó los límites de una única fe, un sólo creo. Ambos entendían que había algo por encima del hombre, algo común a la humanidad, la cual se había empeñado en dividirlo y cuartearlo en religiones separadas. 

Slomo y Fátima no comparten, ahora como matrimonio, sus creencias con los demás, ni tan siquiera con los guardias que han contratado para viajar de ciudad en ciudad ofreciendo atención médica. 

A efectos prácticos la maga Mercere ha creado una alianza itinerante que se mueve entre tierras de diferentes señores, sean de la religión que sean, y aunque las décadas van pasando, la cosa sigue funcionando para sorpresa de ella misma.

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